HISTORIA |
Los orígenes históricos de Archidona se remontan a la antigua Escua de los Túrdulos, voz púnica que significa "cabeza principal". Posteriormente, se han constatado asentamientos fenicios y cartagineses, precediendo al dominio romano que le asignó ya el nombre de Arcis Domina o "Señora de las Alturas", término significativo del carácter estratégico-defensivo de éste enclave, en la cima de un cerro considerado inexpugnable con sus tres cinturones de murallas y guarnecido por un imponente tajo a su espalda.
El nombre se arabizó posteriormente en la palabra Arjiduna. Es precisamente la época de la dominación musulmana la de mayor esplendor de la ciudad. Las fuentes árabes nos hablan de cómo se convirtió en la capital de la cora de Rayya, más o menos lo que hoy es la provincia de Málaga. Hechos históricos de gran trascendencia tienen como escenario su fortaleza: en el 711, Abd-ei-Rahman I es proclamado emir independiente en la muralla archidonesa (oratorio al aire libre en las afueras de la ciudad); a finales del siglo IX y principios del X, Archidona estuvo en el centro de las revueltas protagonizadas por mozárabes, muladíes y bereberes, encabezados por Omar ben Hafsun, hasta ser conquista dadefinitivamente en el 907 por el emir Abd AlLah, una vez aplastada la sublevación.
Durante el período de los Reinos de Taifas, la capitalidad de la Cora de Raya pasa de Archidona a Málaga, con la llegada de los Hammudíes (1 035), iniciándose un período de decadencia lento y paulatino que culminará con la conquista del castillo el día 28 de julio de 1462.
La leyenda envuelve, con su halo de romanticismo, los hechos ocurridos durante los últimos tiempos de la dominación musulmana en Archidona. Es bien conocida la leyenda de la Peña de los Enamorados, que relata la huida de los jóvenes Tagzona y su amado Muhamad, ante la intransigencia de ALhama. Tras una larga persecución, los dos amantes se arrojan al vacío desde la cima de la peña que desde entonces, lleva su nombre. Cuentan las crónicas cómo a partir de éstos trágicos sucesos, se tornó cruel e irascible el hasta entonces magnánimo y benevolente walí del castillo, Ibrahín, conocido desde ése momento con el sobrenombre de "El Buitre de Archidona".
La conquista se produjo tras un largo asedio de dos meses, tras el cual las tropas cristianas, al mando del gran maestre de Calatrava, don Pedro Téllez Girón, toman al asalto la fortaleza. Ibrahín, viéndose perdido, se arroja al vacío desde el tajo, en un último gesto de arrogancia.
Pacificada la zona y tras la conquista definitiva del último reducto musulmán de la Península, el Reino Nazarita de Granada, los nuevos tiempos ven cómo la población archidonesa va a dar el salto sobre las murallas que cierran la Villa alta y, cada vez más, se va a ir extendiendo la Villa baja por la falda del cerro, constituyendo el germen del actual emplazamiento urbano. Archidona fue cedida por Enrique IV en calidad de señorío a los sucesores del conquistador, los condes de Ureña y duques de Osuna, que mantuvieron su patronazgo sobre la villa hasta el siglo XIX